Drabble: Sonrisa
La habitación estaba más desordenada de lo normal, cosa que era común por aquél entonces en el pequeño apartamento. El nuevo inquilino ensuciaba más que cuatro como él y tampoco es que se molestase en ordenar lo que iba dejando a su paso por el pasillo; la cosa comenzaba a degenerar cuando se trataba del cuarto de baño.
Aquella mañana en la soledad tan infrecuente por aquellos días, Kazuki intentaba poner un poco de orden en su pequeña casa mientras recogía cuatro pares de calcetines de debajo de la cama, camisetas sucias amontonadas sobre la silla del ordenador, zapatillas tiradas en el pasillo de cualquier manera, toallas usadas por el suelo del cuarto de baño… Todo estaba tan descontrolado que hasta sentía vergüenza de tener la casa de tal manera. Pero la falta de tiempo y el poco control que ejercía sobre su joven compañero de piso le impedía mantener limpia su casa durante el día, además, el trabajo del bar era demasiado cansado como para llegar a casa y ponerse a hacer la colada.
Cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo (hacer de chacha) en su rostro solo se pudo configurar una extraña sonrisa entre la frustración y la rabia contenida. Él no era así, esa era su casa y él le había dado cobijo en aquella ciudad nueva para él. Y por mucha pena que le diese aquél joven descontrolado, no iba a dejar que le tomase a la torera de aquella forma.
Hacerse con una bolsa de basura tamaño industrial no fue tan difícil y menos aún, meter toda aquella montaña de ropa sucia, zapatos, toallas… que había ido encontrando en cada rincón de la casa. Y por supuesto, fue mucho más fácil aún sacar la bolsa a la puerta de la casa en plena calle con una nota escrita por su puño y letra: - Límpiate tu propia mierda. Con cariño, Kazuki.
En aquel momento la sonrisa que se esbozó en su rostro fue mucho más que triunfante, estaba llena de satisfacción y de orgullo por haber llevado a cabo una tarea tan importante como esa y por haber mantenido su autoridad en aquella casa de locos.
Aquella mañana en la soledad tan infrecuente por aquellos días, Kazuki intentaba poner un poco de orden en su pequeña casa mientras recogía cuatro pares de calcetines de debajo de la cama, camisetas sucias amontonadas sobre la silla del ordenador, zapatillas tiradas en el pasillo de cualquier manera, toallas usadas por el suelo del cuarto de baño… Todo estaba tan descontrolado que hasta sentía vergüenza de tener la casa de tal manera. Pero la falta de tiempo y el poco control que ejercía sobre su joven compañero de piso le impedía mantener limpia su casa durante el día, además, el trabajo del bar era demasiado cansado como para llegar a casa y ponerse a hacer la colada.
Cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo (hacer de chacha) en su rostro solo se pudo configurar una extraña sonrisa entre la frustración y la rabia contenida. Él no era así, esa era su casa y él le había dado cobijo en aquella ciudad nueva para él. Y por mucha pena que le diese aquél joven descontrolado, no iba a dejar que le tomase a la torera de aquella forma.
Hacerse con una bolsa de basura tamaño industrial no fue tan difícil y menos aún, meter toda aquella montaña de ropa sucia, zapatos, toallas… que había ido encontrando en cada rincón de la casa. Y por supuesto, fue mucho más fácil aún sacar la bolsa a la puerta de la casa en plena calle con una nota escrita por su puño y letra: - Límpiate tu propia mierda. Con cariño, Kazuki.
En aquel momento la sonrisa que se esbozó en su rostro fue mucho más que triunfante, estaba llena de satisfacción y de orgullo por haber llevado a cabo una tarea tan importante como esa y por haber mantenido su autoridad en aquella casa de locos.